sábado, 26 de junio de 2010

PREGUNTAS Y RESPUESTAS DEL ALMA.

Presentación del Libro “Ayer las Palabras se Abuenaron Conmigo”

La poeta y narradora ASCENSIÓN REYES-ELGUETA inicia este poemario con una afirmación: “A MI MADRE PUEDO DECIRLO”. Decir es manifestar el pensamiento con palabras. Pero ¿decir qué? ¿Será que hay algo que nunca antes fue comunicado a ella y ahora que camina en otra dimensión puede hacerlo? A “la imagen marmórea, adornada de cirios chisporroteantes” sí puede decirlo. En este primer capítulo sostiene una profunda conversación con aquella con quien está “unida por una cinta invisible”. Opina sobre la vida y la muerte. Nombra a los dioses, llama a lo inefable. Denota, pide, ruega. Versifica para su madre, la que no tiene arena en su reloj sin curso. Y promete: “No morirás jamás, estás en mí y en la alegría de las generaciones. Guardaré en ánfora de paz tus cenizas esperando las mías.”

En su Poema IV de la serie “A mi madre puedo decirlo” expresa: “Madre, estás en mí, esperaré el reencuentro, afirmada en la savia dulce de tu tronco sólido, partícula de vida en tibio nido, fiera de tu producto.”

Reconoce que en sus genes lleva la esencia de su progenitora, “Madre, estás en mí”, y aguarda, paciente, volver a encontrarla al otro lado de la vida, “esperaré el reencuentro”. Lo hará, dice “afirmada en la savia dulce de tu tronco sólido” señalando así la fortaleza de aquél árbol del cual procede. Quizás la savia dulce es el amor materno transformado hoy en poesía.

Siente que ella es un átomo más de la madre y el hogar, es simplemente “partícula de vida en tibio nido”. Para referirse al resultado de su gestación utiliza la palabra “fiera”, con la connotación de fortaleza y necesaria agresividad que los seres humanos necesitamos para enfrentar las vicisitudes de esta existencia.

El Poema V arranca de los espacios de infancia y juventud, cargados de melancolía: la “bulliciosa alcoba”, “un salón colmado de gorjeos silenciosos”, “los sonidos de la puerta de luz” o “el amplio comedor”, los que le hacen exclamar “Ay, madre vivimos unidas por una cinta invisible/ y tu recuerdo gentil me queda con alegría de vida.” Es el origen de su voz poética, para quien la Poesía es “Un grito callado a los vientos, en oasis calmos”

En el sentido homenaje a su madre, ya ausente en cuerpo, destaca en el Poema VI aquel verso que dice “Allí, en el plano de la perfección, el fuego del amor rebasará nuestro plato y llegará feliz a la mesa.” En la otra realidad que vive ahora por eternidad, su amada progenitora continuará brindándole el amor que nutre su alma. No podía ser en otra forma sino en poesía, que Ascensión Elgueta cantase las virtudes de la mujer que la formó: “Entre vida y muerte, eres más que ambas, estás más allá para sujetar mi diestra segura, de las hondonadas y las alturas.”

Son interesantes las imágenes que el Poema IX nos presenta: la madre que le “ofreció la tibieza de los valles fecundos, libre de ataduras cogiendo la brisa” y un coro sinnúmero de madres subiendo la cuesta del tiempo. El poema se ilumina con resplandor ultraterreno: “Ahora caminas por cavernas de luz, allí donde el arcoiris inventa los colores. / Tus manos y tus pies, pisando pétalos de flores escanciados con aromas de ánforas sagradas.” Los pétalos son símbolo de perfección y belleza. Como se vierte el vino en las festivas copas, hay un amor que es servido por ánfora sagrada.

La segunda parte del poemario la ha titulado “AMOR EXTRAÑO SENTIMIENTO” Se inicia esta sección con “Algo sobre el amor”, una serie de consideraciones sobre este importante componente de la vida. Lo reconoce como un elemento primordial que mueve a todo el género humano “hacia lo divino o lo profano”. Nos habla de la universalidad del amor, del amor como sensación, el que es cantado por poetas y trovadores, recuerda su encarnación en el Hijo, en la naturaleza, su representación popular como querube Cupido. Finalmente exclama “¡Amor, qué maravilloso eres!”

En la misma línea creativa continúa “Hablando de amor.” Puede ser un “ángel mágico”, el “músculo rebelde”, un “Caldero encendido de auroras y ocasos” o el “Divino sabio”, del cual quisiera obtener su secreto y “Disponer tu elixir sagrado/ en etéreos cristales tallados”

“A la libertad de amar”, el título lo señala, es un canto que, liberado de todo prejuicio, da rienda suelta a “sensaciones de fuego”, abrir “puertas y tranqueras”, soltar “candados oxidados”, prisioneros de la hojarasca del tiempo. ¡Qué hablen atragantadas “lenguas viperinas”! Utiliza el término juvenil “perrear en tu compañía” no en el sentido sensual y sexual que es comúnmente aplicado, sino como ese feliz vagabundeo, en compañía de otro can, por sueños, “cañadas ocultas, / subir por pendientes nuevas”, fornicando ensueños de auténtica poeta “como verbo y sustantivo / Como vida y como un sueño.”

En “Como un girasol” dice al ser amado: “Te sabes como un girasol” y juega con la idea e imagen de esta flor, cuyo centro ve cual “imán de luz”. Desea convertirse “en ese sol”, ese centro luminoso de gravedad para el otro, “adormeciendo tu vida”, acaso una flor adormidera “y… / alimentando tus verdores.” Hay aquí un concepto de la relación amorosa como una suerte de dominio mutuo en que ambos amantes se relacionan por una imperiosa dependencia y necesidad. Bello poema.

“Ya no está” es la confesión y el relato de un instante. Ella quiso saber el pensamiento de él, pero sus ojos estaban ausentes. Entonces le cogió la mano, su única respuesta fue un suave apretón. Fingió dormir. El detalle de un suspiro breve. Concluye: “Estabas aquí, presente,/ aunque la mezquina noche/ cubriera de niebla tu mente.” Hay cuatro tipos de ausencia: primero el sueño, luego la incomunicación voluntaria, después el olvido. Sólo el título del poema nos revela la ausencia definitiva.

“Una sierpe inofensiva”, relata la primaveral aventura de “una doncella con ansias de goces”. Su madre es protectora y amiga “para aquel juvenil desenfreno” El amor “cogió su mano, / lejos de la mirada vigilante.” Así se engendró un encuentro, sólo con miradas. El prado “excitaba al amor”, “enrollada, la sierpe soñaba”. Asocia la fallida relación con la astucia de la serpiente. Esta temprana experiencia amorosa es “un esfumado inicio”, que dejó “una sierpe frustrada.”

“Aun sin conocerte” está inspirado en el poema de Walt Whitman “Una Mujer me espera” y comienza así: “Lo presiento…un hombre me aguarda.” Amor y sexo se entrelazan en el discurso y hace una reflexión: “El sexo es el casi del amor, fuego, / esperanza, desahogo, finalidad. / Melodías, sueños y fecundidad.” Distingue entre almas puras que aspiran a “elevados goces”, y almas rastreras cuyo único fin en el amor es “orgasmo frío y vanidad.” La poeta piensa que los seres humanos no sólo esperamos el “rotar del sol”, al que llamamos día, sino también gozamos “del resplandor de una galaxia.” La mujer anhela “ese hombre / cuya voz me hará soñar. / Que será mi sombra y mi escudo / y gozará de mis ternuras y de mis miedos.” Al modo clásico, finaliza el poema con la intervención de ambos actores. Primero habla el varón: “Sin conocerte te deseo / y te daré la mejor estirpe / de este pequeño terruño.” Luego habla la mujer: “¡Hombre!, me tendrás a tu costado / y serás el afortunado al poseerme. / Yo cuidaré nuestro nido y tu sembrado” Es un texto universal muy bien logrado.

El último texto de esta sección, “Tarde azul”, nos presenta un paisaje y en medio de él un personaje femenino. Las tres estrofas transcurren -con fondo de “olas bullangueras”, gaviotas volando en círculos y tono crepuscular- con el melancólico anhelo de ella: “Él llegará…/ Seguro, él llegará”. Es el mito de la eterna Penélope que aguarda al amado y su “difusa presencia”. Jamás muere la esperanza: “Seguro, él llegara / para sanar aquella tramposa herida / y volar hacia lugares de paz.” Sólo él matará su soledad.

La sección titulada “PREGUNTAS Y RESPUESTAS DEL ALMA” presenta los poemas: “Mi amiga soledad”, “Llorar por dentro”, “A la amistad”, “Al estilo de Octavio Paz”, “Primavera vestida de esperanza”, “Él lo sabe”, “Un invierno más”, “Glicinias”, “Correr”, “Acerca de los zapatos”, “Tú y yo”, “Diré gracias”, “Vi pasar la Verdad por el cristal de mi ventana”, “Una niña como todas”, “Preguntas sin respuestas” (1 y 2), “Caín y Abel han vuelto”, “Otoño”, “Camino del Invierno” y “¡Oh, dioses, sed piadosos!”

En estos veinte poemas la autora se plantea las interrogantes que todo ser humano tiene ante los arcanos de la vida, tales como: la soledad, a la cual considera una “amiga de mis horas tardías”; el tiempo que se va “tiempo, sierpe constante, / marcará el espejo de mi pasado”; la amistad humana con que “Subiremos la cuesta / de espinos y jazmines / hasta que nuestros ojos / transmuten / en extinguidos fanales” y la amistad Divina de “… ese Amigo / que ignora fronteras, / que ignora reveces. / Y en sugerente apoyo / con mano extendida / espera por mí.”

Destaca en la serie el poema “Acerca de los zapatos.” En ellos van, como en vagones de tren, además de la memoria de los caminos, “cinco pasajeros silentes.” Hermosas metáforas como aquella de los “mutantes de cuero / posados sobre tierra y estiércol.” La poeta no olvida su oficio de narradora y nos cuenta: “Regalo del cumpleaños pasado, / ¡Felicidad! mis pies trinaron alegres”

Son innumerables las preguntas sin respuesta, como en “Tú y yo”: “¿qué mundo? / La cotidiana tragedia de vivir. / Una guerra, muerte. / Un terremoto, destrucción, / la mente afiebrada de algunos, / abuso a la inocencia.” O como aquella que dice: “Antes o ahora, este es mi mundo. / ¿Debo aceptarlo sin quejas ni lamentos? / Así como la abeja trabaja para el hombre / o el día precede a la noche.” Y esa que interroga: “¿Acaso me levanté en este siglo / heredera de un futuro incierto? / ¿Seguiré viva sin saber si / mis padres me aguardaban?” Finalmente: “¿Quién soy yo para acusar diferencias? / ¿para calibrar errores nefastos? / ¿para construir un mundo perfecto?”

El amor por Valparaíso lo plasma “con pluma de gaviota y tinta de calamares” en el capítulo que ha titulado “A PANCHO MI CIUDAD”. El puerto es “Cobijo de nutrientes / regalados con holgura, / despensa de generaciones / pródigas desde siempre”

Juzgue y disfrute el lector sus “HUMORADAS POÉTICAS” (“La risa”, “¡Ay! chica, no lo vayas a contar”) en que Ascensión aborda poéticamente elementos como la flor nacional (“Cuartetas para el copihue”), utilizando aquellos modismos propios del chileno (“Hablar a calzón quitado”, “Me importa un pito”) y tradiciones populares y cultas que trasunta nuestra lengua (“El barrilete”, “Al Caballero de la Triste Figura”)

A modo de homenaje personal, escribe un capítulo completo dedicado a aquellos que ama y ha amado, con quienes le liga la sangre, las lágrimas o la tinta: “EN RECUERDO DE AQUELLOS”

Nuestra poeta y narradora finaliza este libro, como si se tratara de un relato cronológico, con la celebración espiritual que da término y sentido a nuestro calendario, “NAVIDAD EN LA MENTE”.

Recoge esta sección tres hermosos poemas. El primero, “Dulce Sueño”, es un bello y cándido villancico entonado para loar al Niño y solicitarle “que protejas a los míos / y me des un alma buena.”

En segundo lugar se lee “Al Niñito de Belén”. En tono más grave, delata el deterioro de los valores de una sociedad que se dice cristiana. Se inicia señalando la brevedad de la vida de este Niño, que no es otra cosa que el olvido del mensaje de amor y justicia. Este Niñito se ha “dormido en la mente del hombre”, los padres ya no cuidan la seguridad de la familia, todos van tras lo superficial. Lo expresa muy bien en los versos siguientes: “las Marías y los Josés ya no cuidan de su nido. / El pesebre ha transmutado en vitrina de ilusiones. / Tus cobijas de humildes telares / de brillos y oropel hoy se han vestido.” Con amargura compara a los sabios del oriente con los reyes magos de hoy: “Oro, incienso y mirra de sus presentes / otros magos de las finanzas hoy los atesoran, / convertidos en papeles de sólido respaldo.” Al fondo del poema se escucha dramático “el ronroneo de la metralla”, “el tronar de las bombas”, “el conmovedor llanto del niño / cuyos huesos reclaman de hambre.”

En un postrer y alegre canto, con voz muy sureña y popular, la poeta nos exhorta “Canten, canten al Niñito”, como le cantan las aves, los pinos “con guirnaldas de oraciones”, acompañados por “jolgorio de ángeles”. Pero cantar al Niñito es atender a los cientos de niños hambrientos que claman “no sentir el olvido”. ¿Serán ellos los verdaderos reyes de esta fiesta? Los Reyes, símbolo de la eterna esperanza de los miserables, “vadeando la pobreza” vienen a cambiar su “triste sino”. En tanto, el pueblo se cobija “Con María nuestra guía, / con José, fiel protector.”

La prolífica escritora que es ASCENSIÓN REYES-ELGUETA, ávida por comunicar sus experiencias, sueños, sentimientos y visiones del mundo, se nos descubre en el presente volumen como una poeta. Su corazón materno, porque “A mi madre puedo decirlo”, la faculta para expresar y publicar todo esto que es la vida y que hacen del “Amor extraño sentimiento”. Nos plantea en su libro muchas dudas, “Preguntas y respuestas del alma”, que son de todos. Algunos versos los dedica “A pancho mi ciudad”, otros son algo más que “Humoradas poéticas”, experimentos literarios o el necesario reconocimiento “En recuerdo de aquellos” hacia quienes guarda gratitud. Después de leer y disfrutar este libro, esperamos que siempre regrese el lector a sus páginas, especialmente cuando sufra algún dolor, una pena de soledad o melancolía, y los versos de Ascensión sean así una real “Navidad en la mente”.

Iván Tapia
Poeta y Artista Visual.