© IVÁN TAPIA
2009
Presentación
La vida es como el grueso tronco de un árbol centenario, en que las cortezas pueden ser experiencias. El poeta quiere liberar vidas, insectos aplastados. En el bosque hay muchas anécdotas. El bosque son las personas que ha conocido. “En cada rama colgué un tintero” cada árbol, cada gancho, cada pámpano o racimo… puede ser motivo de inspiración poética.
Pero también la vida puede ser observada y vivida como una “farándula”, una superficial pasarela donde se exhiben los trajes que cubren nuestra desnudez. La miseria de hombres y mujeres no es ajena a la poesía, aunque colguemos en sus ramas los adornos del amor.
El bosque es escenario y personaje, a la vez, de este manojo de versos familiares. “Tus libros” describe el valor agregado o el “plus”, como se suele decir en nuestra contaminada jerga comercial, de los libros que una “hermosa cabeza” (la hija) dejó al hablante (el padre). “Hay otro valor en ellos / lo que guardan entre sus hojas” Sólo un poeta puede atribuir valor a un objeto olvidado e inservible como “la entrada a un cine de barrio”.
“Antípodas” se inicia con un ambiguo llamado a pie de página, recurso tipográfico que, lejos de aclarar el título, desorienta al lector sobre el exacto significado de éste, pero sí le introduce en la atmósfera del texto. La poesía es para Iván Tapia una especie de basural, “el muladar de las palabras”. En algunos versos utiliza cierto lenguaje científico, geométrico o topográfico:
“Tú en ciudad A yo en ciudad B”
En un recurso visual une ambos puntos con la frase:
“disfrutamos el aire acondicionado de ambos metros”
Se consuela de su nostalgia por la persona que está en las antípodas de su ciudad, con la idea de que ambos viajan en un ferrocarril metropolitano. “Los otros” que le acompañan parecen estar muertos.
Como un personaje de antiguas tradiciones místicas, el poeta, sentado bajo el frondoso árbol de su genealogía, reflexiona, conversa, evoca nostálgico y declara su amor a todos los que ha amado.
Pero también la vida puede ser observada y vivida como una “farándula”, una superficial pasarela donde se exhiben los trajes que cubren nuestra desnudez. La miseria de hombres y mujeres no es ajena a la poesía, aunque colguemos en sus ramas los adornos del amor.
El bosque es escenario y personaje, a la vez, de este manojo de versos familiares. “Tus libros” describe el valor agregado o el “plus”, como se suele decir en nuestra contaminada jerga comercial, de los libros que una “hermosa cabeza” (la hija) dejó al hablante (el padre). “Hay otro valor en ellos / lo que guardan entre sus hojas” Sólo un poeta puede atribuir valor a un objeto olvidado e inservible como “la entrada a un cine de barrio”.
“Antípodas” se inicia con un ambiguo llamado a pie de página, recurso tipográfico que, lejos de aclarar el título, desorienta al lector sobre el exacto significado de éste, pero sí le introduce en la atmósfera del texto. La poesía es para Iván Tapia una especie de basural, “el muladar de las palabras”. En algunos versos utiliza cierto lenguaje científico, geométrico o topográfico:
“Tú en ciudad A yo en ciudad B”
En un recurso visual une ambos puntos con la frase:
“disfrutamos el aire acondicionado de ambos metros”
Se consuela de su nostalgia por la persona que está en las antípodas de su ciudad, con la idea de que ambos viajan en un ferrocarril metropolitano. “Los otros” que le acompañan parecen estar muertos.
Como un personaje de antiguas tradiciones místicas, el poeta, sentado bajo el frondoso árbol de su genealogía, reflexiona, conversa, evoca nostálgico y declara su amor a todos los que ha amado.
CONTENIDO:
El bosque
Tus libros
Antípodas
La niebla avanza por los cerros
A una buena hija
Muy lejos
La puerta del jardín
Carta Nº 3
Carta Nº 4
Conversación entre Nabucodonosor y Daniel bajo el árbol frondoso
Para Daniel
Entre líneas
Derecho a sonreír
¿Qué pregunta este hombre?
En el círculo de los océanos
Aleteo de una Paloma en tu vientre
Wolfi
47 peldaños
La buena familia
A la amiga muerta
Carta a mi padre
Otoño
Duelo
Tu maestría
La Isla del Rey
Despedidas
